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Un euro digital que responda a las necesidades del público: encontrar el equilibrio adecuado

Intervención de Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, en la Comisión ECON del Parlamento Europeo

Bruselas, 30 de marzo de 2022

Quisiera darles las gracias por invitarme a presentar información actualizada sobre el proyecto de un euro digital y sobre los avances realizados desde mi última comparecencia en noviembre.

En comparecencias anteriores debatimos los objetivos estratégicos para un euro digital[1]. Hoy me gustaría comenzar poniendo de relieve algunas características importantes que debe reunir un euro digital a fin de que sea atractivo para los ciudadanos y los comerciantes, y que nos ayudarían a alcanzar estos objetivos.

Empezaré analizando los resultados de los grupos de discusión —que publicamos hoy con motivo de esta comparecencia[2]— y nuestro análisis de los «casos de uso» del euro digital. En la jerga de los pagos, este término se refiere a los segmentos del mercado de pagos que se beneficiarían de un euro digital.

Después presentaré nuestras conclusiones preliminares sobre cómo conciliar el derecho a la confidencialidad con el interés público en la lucha contra las actividades ilícitas, continuando con el debate que mantuvimos hace un año[3].

Satisfacer las necesidades de pago actuales y futuras de los europeos

El objetivo principal de un euro digital es preservar el acceso al dinero de banco central, y la posibilidad de utilizarlo, en una economía cada vez más digitalizada. No obstante, para que el euro digital cumpla este objetivo, los ciudadanos deben tener la posibilidad y la disposición a usar la moneda digital.

Desde el principio he subrayado que un euro digital solo puede tener éxito si satisface las necesidades de pago de los ciudadanos europeos ahora y en el futuro.

Los resultados de los grupos de discusión constituyen una valiosa contribución a este respecto, aunque es necesario tener en cuenta las limitaciones propias de estos análisis cualitativos[4].

Los resultados de los grupos de discusión sugieren que la característica más importante que los ciudadanos consideran que debe tener un nuevo instrumento de pago digital es la posibilidad de «realizar pagos en cualquier lugar». Esta conclusión es común para todos los países y grupos de edad y significa que, idealmente, todos los comerciantes de la zona del euro —tanto de establecimientos físicos como online— tendrían que aceptar un euro digital. Hace veinte años, la introducción de los billetes en euros nos dio la posibilidad de pagar en euros físicos en cualquier lugar de la zona del euro, por lo que no es sorprendente que el público espere poder utilizar un complemento digital de los billetes siempre que vayan a realizar un pago digital u online.

La segunda característica más valorada es la posibilidad de efectuar con facilidad pagos al instante y sin contacto, especialmente para operaciones entre particulares. Por ahora, el efectivo sigue siendo el medio de pago más utilizado en esas operaciones, y continuaremos asegurando que los ciudadanos sigan teniendo acceso al efectivo. Sin embargo, los grupos de discusión confirman las conclusiones anteriores: las preferencias se están reorientando hacia los pagos digitales[5]. La experiencia tanto en países pertenecientes[6] como no pertenecientes a la zona del euro[7] muestra que los pagos sin contacto entre particulares pueden crecer a un ritmo muy rápido si se ofrecen soluciones digitales adecuadas.

Los participantes en los grupos de discusión se mostraron a favor de una solución que permita realizar pagos instantáneos entre particulares con independencia de la plataforma que utilicen los ordenantes y los beneficiarios. En la actualidad, enviar un pago a un amigo por móvil pulsando un botón —por ejemplo, cuando se comparte la factura de un restaurante o se recauda dinero para un regalo— suele ser más fácil si todos los amigos utilizan la misma aplicación. En consecuencia, los participantes sugirieron una solución global para reducir la necesidad de usar distintas tarjetas, dispositivos y métodos de identificación, y que proporcione acceso a varias opciones de pago en un solo dispositivo.

Los grupos de discusión también confirmaron lo que en mi comparecencia de noviembre denominé «inatención racional»[8]. En general, los ciudadanos no reconocen o no prestan atención a la diferencia entre el euro digital y los euros que gastan cuando utilizan medios de pago digitales privados. Para que el sistema financiero funcione correctamente, el dinero de banco central y el dinero de bancos comerciales deben ser plenamente intercambiables, pero diferenciables. Los ciudadanos no dudan a la hora de guardar o usar su dinero a través de intermediarios privados porque saben que pueden retirar billetes de un cajero automático sin problemas cuando lo necesiten. Esto les proporciona una prueba tangible de que el dinero que tienen depositado en el banco es seguro. Por consiguiente, la convertibilidad a la par en dinero de banco central ancla la confianza de la gente en el dinero privado, lo que contribuye a su aceptación general[9].

Los resultados de los grupos de discusión también son de utilidad para validar nuestra selección de posibles casos de uso de un euro digital[10], que hemos identificado considerando tanto nuestros objetivos estratégicos como la importancia de los diferentes segmentos del mercado.

Los establecimientos físicos, en los que se realizaron más de 40.000 millones de operaciones de pago en la zona del euro en 2019[11], son el segmento de mercado más importante para los pagos digitales. Los pagos en comercios online son menos numerosos, pero se espera que sigan creciendo con rapidez en los próximos años[12]. En estos segmentos se utilizan múltiples soluciones de pago, que con frecuencia solo tienen alcance nacional. Hasta ahora, estos pagos han estado dominados por proveedores y tecnologías no europeas[13].

Habida cuenta de la importancia de estos segmentos en la actualidad y en el futuro, los pagos efectuados en comercios online y en establecimientos físicos, así como los pagos entre particulares, son candidatos naturales a ser considerados prioritarios entre los posibles casos de uso de un euro digital. El euro digital también podría utilizarse en los pagos entre la Administración y los ciudadanos, por ejemplo, para pagos de prestaciones sociales o de impuestos[14].

Si un euro digital ofreciera estas opciones de pago, lograríamos efectos de red, seguiríamos asegurando el acceso del público al dinero de banco central y la posibilidad de utilizarlo en todo momento para pagos digitales, y contribuiríamos a mitigar las preocupaciones relacionadas con la soberanía. Por ello, en las siguientes etapas de nuestra fase de investigación nos centraremos en analizar la viabilidad real de estos casos de uso.

No obstante, dejaremos la puerta abierta a otros casos de uso en el futuro. Estamos realizando un seguimiento de las nuevas tendencias, como los pagos entre máquinas (machine-to-machine payments)[15], y considerando soluciones para tener en cuenta esas tendencias en futuras emisiones de un euro digital[16].

En los próximos meses estudiaremos detenidamente cómo diseñar un euro digital atractivo que responda a las expectativas tanto de los ordenantes como de los beneficiarios de los pagos basándonos en las conclusiones de los grupos de discusión.

Los colegisladores desempeñan un papel fundamental. Por ejemplo, la posibilidad de efectuar pagos con euros digitales en cualquier lugar podría promoverse otorgando al euro digital la condición de moneda de curso legal. Estamos realizando un análisis exhaustivo y detallado de esta cuestión en colaboración con la Comisión Europea. Asimismo, estamos preparados para seguir debatiendo esta cuestión con ustedes, teniendo en cuenta asimismo el resultado de la consulta sobre un euro digital anunciada recientemente por la Comisión.

La disyuntiva entre privacidad y otros objetivos de las políticas de la UE

El marco jurídico también será fundamental para la privacidad, uno de los aspectos más importantes del diseño de un euro digital[17].

La consulta pública que llevamos a cabo entre octubre de 2020 y enero de 2021 puso de manifiesto que proteger la privacidad es esencial para que el euro digital contribuya a mantener la confianza en los medios de pago en la era digital[18]. Los participantes en los grupos de discusión también indicaron que valorarían positivamente opciones que les permitan mantener el control de sus datos personales.

No resulta sorprendente que los ciudadanos esperen que los pagos en euros digitales garanticen el cumplimiento de rigurosas normas de privacidad. A medida que los pagos se digitalizan, las empresas privadas monetizan cada vez más los datos de esos pagos.

Nosotros ya suministramos efectivo, el instrumento de pago con el mayor nivel de privacidad. Como institución pública, tenemos el compromiso de mantener la confianza de los ciudadanos en este respecto si se emite un euro digital.

Al mismo tiempo, debemos considerar la privacidad en el contexto de otros objetivos de las políticas de la UE, como la prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo. La preocupación por la elusión de las normas, incluidas las sanciones internacionales, ha cobrado aún más notoriedad recientemente, en especial en relación con los criptoactivos.

En los últimos meses hemos estudiado distintas opciones para abordar la disyuntiva entre mantener un elevado nivel de privacidad y otros objetivos importantes de las políticas públicas[19].

El anonimato total no es una opción viable desde la perspectiva de las políticas públicas, ya que generaría preocupación por que el euro digital pudiera utilizarse para fines ilícitos[20]. Además, haría virtualmente imposible limitar su uso como forma de inversión, y tal limitación es esencial desde la perspectiva de la estabilidad financiera[21].

Por tanto, los usuarios tendrían que identificarse cuando comiencen a utilizar un euro digital[22]. Los intermediarios supervisados, que son los candidatos naturales para distribuir el euro digital, son los mejor colocados para gestionar el proceso de integración de los nuevos usuarios[23].

Dejando a un lado el proceso de integración, nuestro análisis sugiere que ni el Eurosistema, ni ninguna otra entidad central, deberían poder acceder a los datos de las operaciones en euros digitales más allá de lo estrictamente necesario para el desempeño de sus funciones[24].

En el escenario base, un euro digital ofrecería a los usuarios un nivel de privacidad igual o mayor que el de las soluciones digitales privadas. En este escenario, solo los intermediarios podrían acceder a los datos personales y de las operaciones[25] para asegurar el cumplimiento de las normas sobre prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo, y las disposiciones aplicables del Derecho de la UE[26].

También hemos estudiado opciones que van más allá de este escenario y ofrecen mayor privacidad, si los colegisladores se decantan por esta posibilidad. En tal caso, el euro digital podría reproducir algunas de las características del efectivo y sería posible una mayor privacidad en los pagos de menor importe, cuyo riesgo en términos de blanqueo de capitales, financiación del terrorismo o incumplimiento del Derecho pertinente de la UE suele ser bajo.

Pensemos en pagos «sin conexión» en euros digitales en establecimientos comerciales, en los que el ordenante y el beneficiario estén cerca el uno del otro. Estos pagos serían muy similares a los pagos en efectivo. ¿Deberían aplicárseles reglas diferentes, aunque los perfiles de riesgo de ambas modalidades sean similares? Consideremos, por ejemplo, un chip con capacidad para almacenar hasta 200 euros digitales. El riesgo de que se emplee para blanquear capitales no parece mucho mayor que el de un billete físico de 200 euros, especialmente si el chip requiere autenticación biométrica para utilizarlo.

En consecuencia, estamos investigando una funcionalidad sin conexión en la que solo el usuario conozca los saldos y el importe de las operaciones. Para limitar los riesgos, se establecería un máximo para esos saldos y pagos privados sin conexión.

En general, podría considerarse un mayor nivel de privacidad para los pagos de menor importe, tanto con conexión como sin ella. A estos pagos podrían aplicarse controles simplificados de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo, mientras que las operaciones de mayor importe continuarían sujetas a los controles habituales[27].

Si se permitiera un mayor nivel de privacidad en los pagos de menor importe, este debería aplicarse a cualquier operación en la zona del euro, lo que requeriría un marco armonizado para comprobaciones simplificadas, como prevé el paquete sobre prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo de la Comisión Europea de julio de 2021[28].

El grupo de trabajo de alto nivel del Eurosistema que presido está estudiando los aspectos técnicos y regulatorios en estrecha colaboración con la Comisión Europea y las autoridades europeas de protección de datos[29].

Con todo, las importantes decisiones políticas que se deben tomar hacen que nuestro diálogo con ustedes sea fundamental.

Conclusión

Permítanme concluir.

Estamos construyendo un consenso amplio sobre los objetivos estratégicos en relación con un euro digital a través de la interacción con las partes interesadas, las autoridades políticas y otros importantes bancos centrales. Sin embargo, el mero reconocimiento de la necesidad política de un euro digital no garantizará por sí mismo un uso suficiente.

Paso a paso, nos estamos haciendo una idea más precisa de las preferencias de los ciudadanos y los comerciantes que nos permitirá adaptar todas las características del diseño de un euro digital antes de su posible emisión. Y los colegisladores desempeñan un papel fundamental, por ejemplo, para lograr una mayor privacidad.

No queremos tener «demasiado éxito» y desplazar a las soluciones de pago privadas y a la intermediación financiera. Pero el euro digital debe tener «éxito suficiente» y atraer una demanda adecuada mediante la generación de valor para sus usuarios.

Nuestro diálogo con los grupos de discusión nos ha permitido conocer las opiniones de los posibles usuarios de un euro digital. Hacia finales de año mantendremos una nueva ronda de reuniones para proporcionar a los participantes en los grupos una idea más precisa de la experiencia de usuario prevista y recabar sus opiniones.

También intensificaremos nuestro diálogo con las partes interesadas en las próximas semanas y meses, en los que escucharemos a usuarios potenciales, como organizaciones de consumidores, pymes, minoristas y grandes empresas, así como entidades de crédito y proveedores de servicios de pago. También seguiremos en contacto con el mundo académico y grupos de expertos.

Estamos preparados para analizar con ustedes el resultado de estas consultas en futuras comparecencias. La coordinación de las autoridades e instituciones europeas, teniendo en cuenta sus respectivos mandatos e independencia, será clave si el euro digital se aceptara.

Quedo a su disposición para iniciar nuestro debate.

  1. F. Panetta (2021), «Diseñando un euro digital para el ecosistema de los pequeños pagos del mañana», intervención en la Comisión ECON del Parlamento Europeo, 18 de noviembre.
  2. Study on New Digital Payment Methods, marzo de 2022.
  3. Véase la carta dirigida a Irene Tinagli, miembro del Parlamento Europeo, disponible en la web del BCE.
  4. El estudio cualitativo fue llevado a cabo por una empresa externa en todos los país de la zona del euro. Para asegurar la robustez de la investigación y obtener una perspectiva global de las percepciones y actitudes sobre este tema, se realizaron entrevistas a grupos objetivo cuidadosamente seleccionados en los 19 países de la zona del euro, en concreto a 2.160 miembros del público general, 142 expertos en tecnologías, 138 comerciantes y pequeños comerciantes, y 89 personas con acceso limitado a los servicios bancarios o a Internet. Todos fueron entrevistados empleando un cuestionario cualitativo adaptado a cada grupo objetivo. Al mismo tiempo, habida cuenta de la naturaleza cualitativa del estudio, no se pueden extraer conclusiones sobre la representatividad de los resultados en términos de población de la zona del euro.Los grupos de discusión debían considerar la perspectiva del usuario sobre nuevos métodos de pago digitales y las posibles características principales que podrían impulsar la adopción de un nuevo medio de pago digital. A los entrevistados no se les presentó de inmediato el concepto de un euro digital por diversos motivos, entre ellos la complejidad de la noción de monedas digitales de banco central en general, y de un euro digital en particular. En su lugar se introdujo la idea de una nueva «cartera digital», con el fin de fomentar el debate sobre las características y funcionalidades que sería aconsejable que tenga un nuevo medio de pago digital en comparación con las de los que ya existen en el mercado. El euro digital se incluyó en la parte final del debate con el fin de explorar el nivel de conocimiento y de comprensión de los entrevistados, así como su percepción sobre un euro digital que cuente con el respaldo del BCE/Eurosistema.
  5. Véase BCE (2020), Estudio sobre los hábitos de pago de los consumidores en la zona del euro (SPACE), diciembre.
  6. En 2019, los consumidores de los Países Bajos pagaron en efectivo el 54 % de las operaciones que realizaron con parientes, amigos, colegas y otros conocidos, y el 45 % mediante pagos electrónicos. Entre 2018 y 2019, el uso del efectivo disminuyó en 5 puntos porcentuales, mientras que las transferencias electrónicas aumentaron en 7 puntos porcentuales. Véase De Nederlandsche Bank (2020), «Shift of cash to debit card continues», 20 de abril.
  7. En Suecia, la introducción con éxito y el rápido crecimiento de Swish se tradujo en un descenso acusado del uso del efectivo, véase Sveriges Riksbank (2020), «Cash is losing ground», 29 de octubre.
  8. F. Panetta (2021), op. cit.
  9. F. Panetta (2021), «Monedas digitales de banco central: un ancla monetaria para la innovación digital», discurso pronunciado en el Real Instituto Elcano, Madrid, 5 de noviembre.
  10. Los casos de uso se refieren a segmentos de pago en los que podría utilizarse el euro digital. Por ejemplo, los ciudadanos podrían usarlo para pagar a otras personas (pagos entre particulares), abonar compras realizadas a través de Internet (comercios online) o compras efectuadas en establecimientos físicos (puntos de venta). Las empresas también podrían utilizar un euro digital para pagar a una persona (pagos entre empresas y particulares) o a otra empresa (pagos entre empresas). Por último, un euro digital podría utilizarse con la Administración para efectuar o recibir pagos (por ejemplo, para pagar impuestos o cobrar prestaciones sociales), o con el fin de realizar pagos iniciados por máquinas (es decir, para hacer pagos completamente automatizados iniciados por un dispositivo o software con arreglo a condiciones previamente establecidas).
  11. BCE (2020), op. cit.
  12. Las cifras de Eurostat indican que el uso del comercio electrónico en la zona del euro se duplicó entre 2015 y 2021. En términos de difusión entre la población, el 73 % de los ciudadanos de la UE indicaron que «habían realizado pedidos o comprado en Internet» «bienes o servicios» para uso privado en los doce meses anteriores, frente al 62 % en 2015. Si se considera la evolución por países, las tasas de crecimiento del comercio electrónico tienden a mostrar una correlación inversa con la penetración del comercio electrónico. En comparación con Estados Unidos (20 %) y el Reino Unido (24 %), la penetración del comercio electrónico todavía es relativamente baja en importantes mercados europeos como España (9 %), Francia (9 %) y Alemania (14 %), lo que señala la posibilidad de crecimiento continuado. Véase, por ejemplo, McKinsey & Company (2021), «How e-commerce share of retail soared across the globe: A look at eight countries», 5 de marzo.
  13. Los proveedores no europeos de pagos gestionan alrededor del 70 % de las operaciones con tarjeta europeas. Véase BCE (2019), Card payments in Europe, abril. Por otra parte, las soluciones internacionales de pago electrónico están cobrando impulso.
  14. Los pagos públicos permitirían el pago digital directo de subsidios y prestaciones a ciudadanos sin acceso a cuentas bancarias, lo que podría proporcionar valor añadido en comparación con las soluciones existentes en el mercado.
  15. Son pagos automatizados entre máquinas. Por ejemplo, vehículos autónomos, como coches o camiones, u otras máquinas industriales, podrían pagar su propia energía, mantenimiento y seguro, y aceptar pagos por sus servicios.
  16. Características de diseño como la privacidad, la programabilidad o la funcionalidad sin conexión podrían aplicarse a numerosos casos de uso.
  17. F. Panetta (2021), «Un euro digital para responder a las expectativas de los europeos», declaración introductoria en la Comisión ECON del Parlamento Europeo, 14 de abril.
  18. Aproximadamente el 43 % de los participantes en la consulta pública llevada a cabo por el BCE entre el 12 de octubre de 2020 y el 12 de enero de 2021 consideró la privacidad el aspecto más importante de un euro digital, muy por delante de otras características.
  19. Desde la perspectiva del usuario caben imaginar diferentes opciones de privacidad. El anonimato total significaría que no se conocería la identidad de los usuarios cuando accedan a los servicios, y que no se efectuarían verificaciones de identidad (KYC) ni controles de diligencia debida con respecto al cliente (CDD). Los pagos totalmente transparentes para el banco central incluirían verificaciones de identidad durante el proceso de integración de usuarios, y los datos de las operaciones y de los perfiles de los usuarios serían totalmente transparentes para el banco central. Los pagos no transparentes para terceros también incluirían verificaciones de identidad durante el proceso de integración de usuarios, pero ni los intermediarios ni el banco central tendrían conocimiento de los saldos o los importes de las operaciones. Los pagos transparentes para intermediarios incluirían verificaciones de identidad durante el proceso de integración de usuarios, y los datos de las operaciones y de los perfiles de los usuarios serían transparentes para los intermediarios con fines de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo. La privacidad selectiva incluiría verificaciones de identidad durante el proceso de integración de usuarios, pero un mayor nivel de privacidad para las operaciones de menor importe, mientras que las operaciones de mayor importe continuarían sujetas a los procedimientos habituales de diligencia debida con respecto al cliente.
  20. El paquete sobre prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo propuesto por la Comisión Europea en julio de 2021 amplía la prohibición de mantener cuentas anónimas a las carteras digitales, en línea con los estándares internacionales del Grupo de Acción Financiera Internacional. En consecuencia, los intermediarios de un euro digital tendrán prohibido mantener cuentas o carteras digitales anónimas.
  21. Véase F. Panetta (2021), «Evolution or revolution? The impact of a digital euro on the financial system», discurso pronunciado en el seminario virtual de Bruegel, 10 de febrero.
  22. La verificación de la identidad y los procedimientos de diligencia debida con respecto al cliente que se aplican actualmente incluyen procesos para determinar la situación del cliente, por ejemplo, si es una persona políticamente expuesta, si aparece en listas de sanciones, el origen de los fondos, etc. Los usuarios deberían completar un proceso de integración al comenzar a utilizar el euro digital por primera vez. Podrían ofrecerse diferentes tipos de cuentas o carteras digitales que permitan limitar el importe de las operaciones de manera proporcional a las medidas de verificación de la identidad y diligencia debida, de modo similar al enfoque basado en el riesgo que han adoptado otros bancos centrales.
  23. BCE (2020), Informe sobre un euro digital, octubre.
  24. El Eurosistema solo podría acceder a la información mínima indispensable para, por ejemplo, cumplir su función de liquidación (es decir, validación de pagos si la realiza el Eurosistema) u otras funciones de banca central, como las tareas de supervisión y vigilancia.
  25. Se entiende por datos personales cualquier información relacionada con una persona que permita su identificación (es decir, nombre, direcciones postales o de correo electrónico, o información sobre su ubicación). Los datos de las operaciones engloban cualquier información sobre un pago concreto, lo que incluye el número de cuenta o cartera digital del ordenante, la contraparte de la operación, su importe, fecha/hora/lugar e información sobre los bienes o servicios adquiridos (incluida la dirección de facturación o envío).
  26. En particular, los requisitos establecidos en el Reglamento general de protección de datos y en la Directiva sobre servicios de pago (PSD 2).
  27. Las operaciones de mayor importe continuarían sujetas a las comprobaciones habituales de diligencia debida con respecto al cliente, y sería importante asegurar que esas operaciones no se dividan en muchas operaciones más pequeñas para eludirlas.
  28. Este paquete propone armonizar las normas sobre prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo en toda la UE, incluidas las comprobaciones de diligencia debida con respecto al cliente. Ello aseguraría la igualdad de condiciones en relación con esas comprobaciones, lo que también podría beneficiar al euro digital. El paquete también propone definir nuevas condiciones armonizadas para las comprobaciones de diligencia debida simplificadas a través de una norma técnica de regulación que sería elaborada por la futura Autoridad de Lucha contra el Blanqueo de Capitales de la UE. En caso de identificarse riesgos más bajos, podrían aplicarse dichas comprobaciones simplificadas, en circunstancias concretas, a determinadas operaciones en euros digitales.
  29. BCE (2021), «ECB intensifies technical work on digital euro with the European Commission», MIP News, 19 de enero.
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